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No todas las flores se esconden en invierno

Algunas plantas valientes desafían un ambiente adverso y florecen en invierno

31/01/2011 Autor: Efeverde.com

La primavera ofrece temperaturas agradables y abundancia de insectos pero existen algunas plantas valientes que, sin dejarse llevar por estas facilidades, desafían un ambiente adverso y florecen en invierno, una estrategia de supervivencia que pone color a esta fría época del año.

 

Estas plantas eligen una estación en la que no hay abundancia de flores porque con ello es más factible que sean visitadas por los insectos, desarrollando así una estrategia de marketing con la que evitan la competencia primaveral y aumentan sus posibilidades de ser polinizadas.

Para conseguirlo deben vencer temperaturas bajo cero, heladas repentinas y tormentas de fuertes lluvias y viento.

A las flores no les queda más remedio que ser resistentes, de pequeño tamaño, agruparse en forma de racimos en una misma rama y desarrollar formas redondeadas o tubulares, mediante las que protegen sus órganos reproductores.

"Son flores para gente observadora y paciente", cuenta a Efeverde la técnico de educación del Real Jardín Botánico de Madrid, Irene Fernández de Tejada, al explicar que son flores "preciosas" pero que para descubrirlas entre el follaje hay que prestar "mucha atención".

Un buena forma de disfrutarlas y descubrirlas es pasear por el Botánico, uno de los pulmones verdes de la capital, donde se pueden encontrar un gran número de estas "valientes" especies.

Plantas como el calicanto del Japón, un arbusto de hojas caducas y tóxicas que se llena de olorosas flores amarillas y púrpura, usadas como ornamento y como ambientador en China y Japón por su buen olor. Su nombre, que viene del griego, significa "flores de invierno".

La mahonia cantifolia es otro buen ejemplo: se llama así en honor a un conocido jardinero estadounidense, McMahon, que escribió el primer libro de jardinería publicado en este país. Su hoja, picuda y compuesta, la convierten en una planta "perfecta" para ornamentación, asegura Fernández de Tejada.

También algunas especies autóctonas de la península deciden arriesgarse y llenarse de flores en invierno.

El madroño, con miles de flores blancas en forma de campanita, está "espectacular" en esta época del año -señala Férnandez de Tejada- al igual que el brezo, cuyas flores tubulares, de colores que van desde el blanco al rosa fucsia, llenan las ramas de este arbusto visitado habitualmente por las abejas para fabricar miel.

No sólo las plantas de exterior se decantan por la floración invernal y, protegidas en los invernaderos del Botánico, las plantas tropicales o desérticas también se encuentran "en todo su esplendor", aunque por motivos diferentes.

Los cimbidios, un tipo de orquídea originaria de los bosques de Asia o las selvas de América, florecen obedeciendo el ciclo biológico de su lugar de origen, independientemente de en qué lugar del mundo estén siendo cultivadas; por ello, en España, florecen en invierno, coincidiendo con la primavera - verano de América del Sur.

Lo mismo le ocurre a la pirostegia, una planta trepadora que extiende, durante varios meses, sus flores tubulares color naranja intenso por las copas de los árboles -y en este caso por el techo del invernadero- hasta alcanzar los 14 metros de altura.

La última de estas arriesgadas especies que presenta Fernández de Tejada, y quizá la más valiente de todas ellas por las duras condiciones a las que se enfrente durante toda su vida, son las "plantas piedra", de flores muy grandes que desaparecen rápidamente.

Originarias de los desiertos africanos, han modificado su tallo y hojas de manera que su forma, color y dibujos les hacen parecer piedras y les ayuda a camuflarse y sobrevivir, "estratégicamente", a los muchos depredadores de su hábitat.