REINO UNIDO
«Preocupación y alarma» entre los productores británicos de planta ornamental. Esa es la sensación que viven en la Horticultural Trades Association (HTA) después de conocer que el gobierno de Reino Unido adelantará el final del uso de la turba a 2026 en Inglaterra, cuatro años antes de lo previsto. El país cuenta con un plan para elminar el uso de esta materia prima en el sector ornamental que incluye la inversión de un millón de euros para generar alternativas viables.
«Los productores del Reino Unido están absolutamente comprometidos con la transición sostenible del uso de la turba», explica James Barnes, presidente de la HTA, quien añade que «en un principio el objetivo del gobierno era que Inglaterra estuviera libre de turba para 2030. Aunque suponía todo un desafío, esta fecha fue aceptada como el punto de partida para tener una transición viable sin turba».
«Es por ello que el anuncio de que la prohibición entrará en vigor cuatro años antes, a fines de 2026, incluso con exenciones por etapas, ha causado preocupación y alarma generalizada entre los usuarios profesionales y los productores», continúa Barnes. «Ya hay plantas, árboles y cultivos plantados cuya venta está prevista para después de esa fecha. Reducir a la mitad las temporadas de prueba disponibles para lograr una transición exitosa es una gran decepción y será un duro golpe para muchas empresas que ya enfrentan presiones económicas y comerciales». Para el presidente de la HTA, hasta «que la legislación esté en los estatutos y la orientación esté lista, no tenemos un 100% de certeza y claridad sobre los detalles de cómo funcionarán en la práctica la prohibición, el enfoque por etapas, las exenciones técnicas y el manejo de las importaciones. Esto es totalmente inaceptable».
Para la HTA la fecha de 2026 «parece arbitraria y podría afectar gravemente a la horticultura británica, un sector que sustenta el plan ambiental de 25 años del gobierno. El uso de turba ya ha disminuido significativamente, pero existen grandes desafíos para garantizar que exista la cantidad y calidad de alternativas sostenibles libres de turba a las que los productores puedan acceder para 2026».