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La vida del suelo

Iván Costa de Arvensis nos introduce en esta materia: La vida de los suelos

27/11/2019 Autor: AEFA

El suelo es un ser vivo y por lo tanto nace, se desarrolla y puede morir si no se respeta el complejo sistema de relaciones que en él se da en torno a una gran diversidad de formas de vida, muchas de ellas ‘invisibles’ a la mirada. En agricultura se interactúa con él de forma intensiva y mantenerlo sano es primordial. En este artículo Iván Closa en calidad de técnico de desarrollo de producto de Arvensis, nos introduce en esta materia: La vida de los suelos.

El suelo siempre ha sido un concepto impopular, únicamente apreciado por sus estudiosos. Queda fuera del propósito de este artículo solventar dicha injusticia, por estar más allá de nuestras aspiraciones; pero no por ello dejaremos de hacer hincapié en todo lo que conlleva, por si pudiera servir para comprender su carga significativa.

El suelo no sólo engloba las materias orgánicas e inorgánicas de la superficie terrestre capaces de sostener vida vegetal, como define la Real Academia Española de la Lengua. El suelo lleva consigo la vida y forma parte de ella. El suelo es el medio en el que se desarrollan las plantas, y en Arvensis tenemos esto muy claro.

Las interacciones simbióticas que se dan en el suelo, para las cuales resulta fundamental, son muy variadas. Entre ellas se encuentras las micorrizas, descritas por primera vez por Frank, en 1885, como la simbiosis mutualista entre hongos edáficos y la mayoría de las plantas vasculares (aquellas que presentan haces vasculares, xilema y floema, que les permiten independizarse un poco más del medio acuático, en comparación con sus predecesoras las plantas no vasculares: algas, hepáticas y musgos).

Otra de las relaciones simbióticas más relevantes para la agricultura, que también se da a nivel de suelo, es la existente entre las bacterias, concretamente del género Rhizobium y las leguminosas. La fijación del nitrógeno atmosférico en los nódulos de las plantas de esta familia, también conocida como Fabaceae, resulta de un gran interés para el crecimiento de estas plantas en suelos áridos y de escasa fertilidad. De hecho, el interés es tal, que investigaciones actuales del Centro de Biotecnología y Genómica de Plantas (CBGP) de Madrid, están centradas en conseguir variedades que no dependan de fertilizantes nitrogenados. Para ello pretenden aislar genes de bacterias que codifiquen proteínas de nitrogenasa (enzima que cataliza la reacción que convierte el nitrógeno atmosférico (N2) en amoniaco (NH3), molécula fundamental para las plantas) (Buren y col. 2017; 2018). De este modo, podrían conseguir que sean los cereales los que fijen el nitrógeno, y aumentar así las cosechas de maíz y arroz en países en vías de desarrollo, sin el uso de este tipo de fertilizantes.

No queremos dejar de mencionar las investigaciones de García-Gómez y sus colaboradores (2018), sobre cómo afectan los compuestos volátiles de microorganismos del suelo en el desarrollo de plantas, llegando a inducir cambios transcriptómicos (cambios en el ARN de un tejido, célula y órgano).

Como creemos que ha quedado patente, la investigación, el desarrollo y la innovación son nucleares para aumentar el desarrollo de nuestros cultivos. Aplicar las nuevas tecnologías con los microorganismos benéficos para regenerar nuestros suelos, tan mineralizados, y poder obtener nutrientes de ellos; así como estudiar cómo inducir respuestas en la planta de forma exógena, son campos en los que estamos trabajando en Arvensis.

Esperamos con estas pinceladas destacar la inmensa actividad que, a pesar de existir en otra escala, opaca a ojos inexpertos, lleva consigo la vida del suelo.


Más información: www.aefa-agronutrientes.org