El olmo es un árbol caducifolio de gran altura y bastante robusto, que puede alcanzar una altura de hasta 40 metros. Los árboles viejos poseen un tronco grueso, bastante tortuoso y curiosamente, ahuecado en el centro, sobre todos los que han sido sometidos a podas. Posee una amplia copa redondeada, que produce una amplia sombra, pudiendo sombrear áreas de más de 30 metros de diámetro. Sus hojas son caducas, simples y ovaladas con el borde finamente aserrado y con nervios muy marcados.

 

Su floración tiene lugar antes de que empieze a emitir hojas, incluso forma fruto antes que las hojas dandole un aspecto verdoso a pesar de que no tenga hojas. Los frutos tienen forma de sámara aplastada que al madurar se tornar marrones y caen sobre el mes de abril.

 

Debido a una enfermedad producido por un hongo, la grafiosis, la mayoría de los árboles adultos que poseía nuestro país han ido desapareciendo, no existiendo todavía forma de acabar con este hongo, el cual esta haciendo que mengüe su población drásticamente, diezmando los ejemplares autóctonos de la Península Ibérica y gran parte de Europa.

 

 

Se debe ubicar en suelos frescos y profundos donde la existencia de agua no sea un problema, ya que crece de forma natural en las riberas de los rios. Necesita una situación soleada, aunque soporta la sombra, sobre todo cuando son jóvenes. Necesita un clima templado, pues es un árbol caduco y necesita reposar en invierno. No cultivándose en mas de los 1000 metros de altura.

 

Multiplicación:

Se reproduce a través de semillas, siendo muy fáciles de germinar, apareciendo dispersas en el jardín si ya se posee uno.
 

 

Árbol muy empleado en jardinería, como árbol de alineación, como árbol de sombra en parques y jardines. Cultivándose aislados y en grupos siempre cerca de zonas húmedas.